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- Meyja | Orfanatos en Mauritania
Una de las labores principales a realizar en este país, era conocer a fondo la situación de los orfanatos en Mauritania. Gracias por estar, mi buena y tímida amiga La tímida sonrisa de Meyja suele ser mi punto de partida cada mañana en el orfanato. Es como ese café que uno necesita nada más levantarse de la cama para comenzar a ser algo. Es la una y media de la mañana aquí en Noaudhibou y estoy sentado en el colchón que me colocaron en el suelo para descansar estos días. Desde aquí trabajo tranquilo cada noche cuando termino de compartir buenos momentos con los peques. Pero esta vez no sé cómo comenzar estos cuatro o cinco párrafos que quiero escribir y, para ello, llevo un tiempo mirando fijamente los ojos de la pequeña. Voy a intentar explicar, de la forma menos dolorosa posible, la breve historia que Aichetou me contó sobre Meyja hace dos días. Cuando llego a la habitación por la noche, suelo ocupar unos minutos en intentar entender cada una de las historias de estos pequeños, y en este caso, en el de la siempre ocupada Meyja, me suele recorrer por el cuerpo una mezcla de odio a la raza humana y rabia cuando imagino las eternas y agónicas horas que tuvo que vivir. El mismo día que nació Meyja, la mujer que la trajo al mundo la abandonó a su suerte en un descampado durante tres eternos días. Ésta solía pasar por el lugar para ver si aún seguía con vida. Al tercer día, al comprobar que su corazón continuaba luchando, la recogió y se la llevó a una mujer de color pidiéndola se quedara con ella mientras iba a realizar unas compras. Pasaron las horas y la mujer, al ver que nadie se acercaba a recoger a la pequeña, se la llevó a casa donde la mantuvo durante cinco días sin llegar a dar parte a la policía. Al sexto día y preocupada por los problemas que la pequeña pudiera ocasionar, con la cara tapada salió en busca de la inhumana mujer. Y la encontró. Le devolvió la niña que pocos días después abandonó en la puerta del orfanato NAD de Noaudhibou. Cuando Aichetou y Yahya la recogieron, la pequeña tenía la cabeza abierta desde la parte alta de la frente hasta la nuca. Rápidamente la llevaron al hospital donde poder tratar la fuerte infección que Meyja tenía. Aichetou pasó un tiempo junto a ella hasta que la herida pudo ser tratada en casa. La pareja, como siempre ha sucedido con los demás componentes de esta ya familia, corrió con todos los gastos sanitarios. Meses después, el médico que la atendió en el hospital, se acercó al orfanato para hablar conAichetou y Yahya. Daba por muerta a Meyja. La pequeña, a día de hoy, tiene serios problemas para hablar, para respirar por la nariz, de oído y, por la noche, durante unas horas, se mantiene despierta rascando la pared. Aichetou no puede peinarla a diario por el dolor que mi pequeña amiga sufre. Meyja no puede ir a clase como hacen a diario el resto de pequeños de la casa porque necesitaría ser operada y esto supone un desembolso que no pueden costear Aichetou y Yahya. Tras observarla detenidamente estos días, me ha quedado claro que la luchadora Meyja necesita sentirse útil cada minuto del día. Meyja tiene la familia que siempre ha merecido tener y el mundo tendrá en sus filas a una nueva gran mujer. La tímida mirada de Meyja, su historia, me va a acompañar el resto de mis días. CAMPAÑA SOLIDARIA Clica aquí para ver toda la información acerca de la campaña para operación a Meyja. Orfanatos en Mauritania. APOYA A LOS NIÑOS DEL ORFANATO Si puedes y quieres apoyar de alguna forma al orfanato NAD de Mauritania, escríbeme un correo a través del contacto de esta web y te enlazo directamente con ellos. APOYA NUESTRO PROYECTO DE EDUCACIÓN INFANTIL "ALAS PARA EL FUTURO". A través de Human Gallery financiamos y coordinamos el proyecto de educación infantil Alas para el Futuro . Gracias a la venta de las fotografías expuestas en la galería de Battambang , además de la venta de éstas a través de esta web , cubrimos la escolarización a un grupo de niñas y niñas de primaria de la Comunidad de Banan en la provincia de Battambang , Camboya . Hay diferentes opciones para apoyar el proyecto de educación infantil : Compra de fotografías directamente en Human Gallery o a través de esta web, además de las donaciones online y en la propia galería . También puedes enviarnos material escolar para los niños y niñas de primaria. La pobreza, sus consecuencias, son inimaginables. Es imposible asimilar lo que éstas suponen para quienes sufren la carencia absoluta de las cosas más elementales para el desarrollo de sus vidas, más aún si se trata de niños y niñas a quienes, claramente, no les corresponde crecer en esta situación. Si puedes y quieres apoyarnos, te estaremos muy agradecidos. ¡Ánimo con ello!
- Una operación para Meyja | Campaña solidaria | Mauritania
Maravillosos días en el orfanato. Gracias amigos CAMPAÑA SOLIDARIA GRACIAS POR LLEGAR HASTA AQUÍ E INFORMARTE SOBRE LA CAMPAÑA El 1 de mayo de 2013, Libertad y yo llegábamos al orfanato NAD en Mauritania después de atravesar el siempre duro pero mágico Sáhara Occidental. Hoy, poco tiempo después, lo haces tú desde aquí con la llave en la mano que abra la puerta de un futuro digno para una persona. Quedaban pocos minutos de luz cuando entré por la puerta del orfanato y lo hacía de la mano de mi buen amigo Arturo ; un mauritano generoso y solidario con todo aquél que lo necesita. Una pieza clave en las zancadas al frente de esta ya mi familia. Arturo es el coordinador del orfanato NAD. Él fue quien me presentó a Aichetou y Yahya , presidenta y responsable de ejecutar todo lo necesario fuera del recinto. Enormes personas. Ambos se encontraban sentados en el suelo enmoquetado de una sencilla sala sin puerta, en la planta baja de este hogar creado a base de puro amor. Así dábamos comienzo a tres semanas al límite emocional. Noura , Chriffa , Salka , Nasser , Aziz , Mariam , Yacoub y el pequeño Arturito , los pequeños componentes de esta gran familia, me daban la bienvenida impacientes por saber quién era el invitado. Junto a ellos, pero unos pasos por detrás, estaba la protagonista de esta dura historia con un más que seguro final feliz, la culpable de una impecable amistad; nuestra joven amiga Meyja . Su cuerpecito de cinco años es como el del resto, sí, pero necesita algunos arreglos para poder crecer como los demás y a la par de sus hermanos. Tiene derecho a ello. Seguido a estas palabras, en el siguiente bloque, puedes conocer sus injustos primeros pasos en este Mundo. Días que no debieron ser. Ahora, Meyja nos necesita un poquito más. Necesita ese empujón para poder ir a la escuela como el resto de sus hermanos. Para poder crecer como merece. De esta forma, además de ello, estarás haciendo posible que la pequeña se convierta en una mujer en toda regla con poder de decisión propia. Que un hombre se enamore de ella el día de mañana, tenga sus peques y pueda ayudarles en la vida, y no a la inversa. En nuestra mano está la llave que convierta a esta futura cenicienta en la mujer que merece ser. Habrá algunos que dirán aquello que tantas veces he escuchado en España: “Primero hay que ayudar a los de casa”. Estoy en total desacuerdo, es más, esta frase me causa indignación. Y yo pregunto: ¿Y si fuera a la inversa? ¿Y si los de aquí tuvieran en sus manos los medios para ayudar a uno de tus pequeños si realmente le hiciera falta? Por eso, porque no debemos permitir que unas fronteras impuestas por cuatro consigan diferenciar a las personas, te pido que por favor no mires hacia otro lado después de leer estas breves líneas. Tengo la palabra de Aichetou y Yahya de que Meyja no se moverá del hogar que han creado. Que va a convertirse en una jovencita de su mano y que volará libremente cuando ella misma lo decida. Hasta entonces, tendrás la oportunidad de viajar a Mauritania y tocar la puerta de este hogar para conocer personalmente y abrazar a la pequeña Meyja . Te doy las gracias por llegar y pararte. Gracias por darle la oportunidad a Meyja . Gracias por confiar en mí también en este asunto. Joseba LA HISTORIA DE MEYJA Puedes leer su historia en este enlace . INFORMACIÓN SOBRE LA OPERACIÓN La pequeña Meyja (5) se sometió a unas pruebas en Nouakchott para conocer el alcance real de las lesiones que sufre y este es el resultado, además del presupuesto detallado para realizarle la operación que tan urgentemente necesita. Pruebas médicas a Meyja en la clínica Iniciamos la campaña solidaria para la operación de Meyja. CANTIDAD NECESARIA 1.700 euros 615.00,00 ouguiyas PRUEBAS Y PRESUPUESTO PARA LA OPERACIÓN (DOCUMENTOS) Scanner realizado a Meyja HAZ UNA DONACIÓN Número de cuenta: LA CAIXA 0000 – 0000 – 00 – 0000000000 (He anulado el número de la cuenta para que no se reciban más donaciones puesto que ya se han conseguido recaudar los 1.700 euros necesarios para la operación) ATENCIÓN • Cuando realices el ingreso debes detallar claramente como CONCEPTO: OPERACIÓN MEYJA . Además, deja claro tu nombre y primer apellido para que conste en esta publicación un poco más abajo, en DONANTES. De no constar tu nombre en el ingreso, tu donación será identificada como una DONACIÓN ANÓNIMA. • No te olvides de escribirme, de seguido, un correo a joseba.k.etxebarria@gmail.com para poder agradecerte personalmente la donación y enviarte la fotografía de nuestra pequeña amiga Meyja. • En el momento que se haya conseguido recaudar los 1.700 euros necesarios para la operación, avisaré públicamente de ello. De recibirse más dinero del necesario, el sobrante se guardará, a buen recaudo, para una próxima campaña de ayuda urgente porque, ni mucho menos, Meyja será la única pequeña en esta vuelta al mundo que vea cómo su vida da un cambio a mejor. CANTIDAD RECAUDADA 1.795 euros. DONANTES Ordenados por fecha de ingreso. • Belén Díaz (Cubre todos los gastos de desplazamiento desde el orfanato en Noaudhibou hasta el hospital en Nouakchott. También los gastos por las pruebas efectuadas a la pequeña Meyja). • Mari Cruz Soto • Jose Ignacio Feliu • Ana (Barcelona) • Ingrid De Graeve • Luis García • Iván Vicente • Emilia Donate • María y su madre. (Madrid) • Emilio Jiménez • Graciela Portilla • Anónimo (Haro – La Rioja) • Jose Ignacio De la Iglesia • Montse Ferrer • María de los Ángeles Valle • María Garcia-Triviño • María Inés Ruiz • Enrique López • Pedro Tirado • Manuel Perez • Victor Gil • Jesús Martorell • Mercé Homs • Rafael Antonio Mérida • José María (Torrelodones) • Rafael Dengra • Manolo Aguilar • David Repiso • José Miguel • Malinalli • Anónimo (Malgrat de Mar) • Marco y Piedad • Beatríz Arnáez • Anónimo (Albacete) • Soje (Las Palmas de Gran Canaria) • Raúl Armenteros ¡Muchas, muchas gracias! PRIMER DÍA DE ESCUELA PARA MEYJA Primer día de cole de mi joven amiga Meyja Ahora Meyja tiene una nueva vida por delante y, lo más importante, en un futuro podrá tomar sus propias decisiones. Nuestra joven amiga Meyja , tras el éxito de la operación, ha comenzado la escuela y está feliz. APOYA A LOS NIÑOS DEL ORFANATO Si puedes y quieres apoyar de alguna forma al orfanato NAD de Mauritania, escríbeme un correo a través del contacto de esta web y te enlazo directamente con ellos. APOYA NUESTRO PROYECTO DE EDUCACIÓN INFANTIL "ALAS PARA EL FUTURO". A través de Human Gallery financiamos y coordinamos el proyecto de educación infantil Alas para el Futuro . Gracias a la venta de las fotografías expuestas en la galería de Battambang , además de la venta de éstas a través de esta web , cubrimos la escolarización a un grupo de niñas y niñas de primaria de la Comunidad de Banan en la provincia de Battambang , Camboya . Hay diferentes opciones para apoyar el proyecto de educación infantil : Compra de fotografías directamente en Human Gallery o a través de esta web, además de las donaciones online y en la propia galería . También puedes enviarnos material escolar para los niños y niñas de primaria. La pobreza, sus consecuencias, son inimaginables. Es imposible asimilar lo que éstas suponen para quienes sufren la carencia absoluta de las cosas más elementales para el desarrollo de sus vidas, más aún si se trata de niños y niñas a quienes, claramente, no les corresponde crecer en esta situación. Si puedes y quieres apoyarnos, te estaremos muy agradecidos. ¡Ánimo con ello!
- Un amanecer, una nueva oportunidad | El mundo en bicicleta | Camboya
La situación por la pandemia es complicada en todo el mundo, pero a mi parecer aquellos que nos encontramos lejos "de casa" vivimos este momento con un grado extra de preocupación. La falta de información o la dificultad para localizar la válida, complican bastante cualquier decisión sobre qué, cuándo y cómo hacer. En base a las noticias que circulan desde hace un tiempo por Camboya sobre una posible expulsión de los extranjeros bloqueados en el país, el pasado domingo escribía un correo a la embajada de España en Bangkok solicitándoles información sobre este asunto, y a primera hora de ayer recibía la respuesta. "Camboya sigue extendiendo de manera automática y gratuita los visados de los extranjeros, hasta nueva orden. En caso de que cambie la situación informaremos en nuestra web y en redes sociales. Seguimos a su disposición para cualquier otra cosa que necesite", dice textualmente el correo. Seguimos con la infección pero estamos descansados, preparados para lo que venga y más tranquilos con esta noticia. Volvemos a la ruta. Volvemos a ver el mundo en bicicleta. 2020 - Un nuevo amanecer en Camboya. La primera semana de septiembre Khmaw y yo completábamos la vuelta a Camboya en este reinicio de la vuelta al mundo. Ilusos nosotros, guiados por lo que entonces se escuchaba, esperábamos la pronta apertura de la frontera terrestre de Tailandia, la de Laos o Vietnam. Durante el primer mes de espera pedaleamos al completo el norte de Camboya, bien pegados a la línea de frontera con Tailandia, hasta llegar al protegido y deseado parque natural de Virachey. La razón principal para alcanzar la zona no era otra que acercarnos a los diferentes grupos étnicos asentados en la zona desde hace mucho tiempo y conocer de primera mano la situación en la que se encuentran. Durante los últimos años viven sumidos en un intento de aplastamiento y continuo robo de tierras por parte de los camboyanos originales, como se definen los locales de la provincia. Imagino, como todo lo oscuro que sucede en este país, lo hacen arropados por el propio gobierno. La noticia de que el virus había entrado en el país en las mochilas de los extranjeros, más concretamente de los occidentales, había corrido como la pólvora, lo que dificultaba enormemente el contacto con los locales. 2020 - En ruta por el norte de Camboya. Sin mucho éxito en lo referente al contacto humano debido al malestar de la gente en la provincia de Ratanakiri, comenzamos a bajar hacia el sur. Cruzamos el este de Camboya para llegar a Phnom Penh, su caótica capital. Javi, el Cósul honorario español, nos esperaba en su casa con un gran desayuno y respuestas contundentes a mi consulta referente a la situación de las fronteras colindantes. Me aseguraba que en breve los extranjeros con visado de turismo seríamos expulsados del país, tal y como tenía previsto hacer el gobierno tailandés. De la capital salimos sumidos en la preocupación, pero nos dirigíamos a la costa, que no a la playa, y probablemente el mar nos invitaría a verlo todo desde otro prisma. Era mediados de julio. En Kampot nos esperaba Rafa, un fiel seguidor convertido en hermano de corazón. Cuando uno viaja por el mundo a corazón abierto, con una razón de peso detrás, o delante, montado sobre una bicicleta con lo que ello implica, y si además sabe que su cuerpo se está haciendo mayor, que no su alma, cuanto menos necesita comprensión, apoyo y, por qué no decirlo, unas dosis de cariño. De Rafa recibí todo ello, además de un aprendizaje en diferentes campos que a buen seguro algún ex profesor hubiera deseado conseguir de mí. "No eres consciente de lo mucho que estás haciendo por mí y por el proyecto, pero llegará el día". Le repetí en varias ocasiones. Un abrazo, hermano. Siempre. Estés donde estés, lo necesites o no. 2020 - Línea de frontera con Tailandia en el norte de Camboya Gracias al bueno de Noel, otro hermanazo de corazón, Khmaw obtuvo las reparaciones que le urgían y se veía con energía para rodar entre montañas y volver a sentir esa tierra roja, pero los años también le sirven a ella para atesorar una experiencia y entender de la necesidad de aquél alto junto a Rafa. Durante veintiocho días allí permaneció a la espera, en silencio, con la certeza de que estábamos en el lugar adecuado. Y volvimos a la ruta siguiendo la linea de costa sin llegar a palpar el Mar Meridional de China. Nuestro destino era Koh Kong. La idea no era otra que un par de noches de acampada en la playa para descansar antes de acometer la cordillera de Cardamomo, pero coincidimos con la celebración del nuevo año Khmer y la zona estaba infestada de turistas locales. 2020 - Iniciamos la ascensión a la Cordillera de Cardamomo, en el sur de Camboya. Iniciamos la ascensión con los primeros avisos de una muela en malas condiciones. Por delante, mínimo dos días de constante subida por una estrecha pista en medio de una selva que por olor y espesura me recordaba a la del norte de Sierra Leona. Creo que nunca olvidaré aquella primera noche de acampada. El sonido de las grandes gotas de lluvia sobre la tienda de campaña y la espesa vegetación, sumado a las lágrimas de dolor, consiguieron que viviera cada minuto como una hora y cada hora como una eternidad. Aquella noche, todo lo pensado y sufrido durante, bien merece un espacio especial en ese libro que tantas veces me han solicitado y aconsejado escribir. Como pudimos llegamos a la pagoda de Ou Saom, un pequeño pueblo en la alta "planicie" de la cordillera. Allí nos esperaban los monjes y una retahíla de medicamentos locales que, como por arte de magia, consiguieron bajar dos días después el flemón con el que nos habíamos despertado. Habíamos alcanzado la parte alta de la Cardamomo. La vida entendió que nos lo estaba poniendo demasiado difícil y nos regaló unos kilómetros de pedaleo, con flemón pero sin dolores, en medio de un entorno mágico complicado de describir. Un regalo que valoramos como merecía. Nos habíamos quedado sin un freno e iniciamos el descenso caminando por la misma pista que nos había traído hasta allí, pero en esta ocasión sujetando y no empujando. Y llegaron los primeros encuentros después de muchos kilómetros. 2020 - Un descanso en buena compañía. Con un solo freno, pero ya en llano, cruzamos parte de las provincias de Pursat y Battambang hasta alcanzar la ciudad donde he pasado los últimos años y desde donde habíamos reiniciado el viaje casi tres meses atrás. Cuatro días en Battambang para visitar y repartir abrazos a los más queridos. También para lanzar un SOS privado a un grupo de amigos y amigas de la otra parte del mundo. Mi situación económica así lo requería y rápidamente obtuve la ayuda necesaria para poder comer, volver a reparar a Khmaw y continuar ruta hasta la ciudad de Siem Reap, donde tenía pensado esperar a ver qué sucedía con la frontera de Tailandia o la posible expulsión de la que me había hablado Javi unas semanas atrás. Llegamos a la ciudad de los famosos templos del imperio Khmer, pero al día siguiente nos vimos obligados a regresar a Battambang por la grave infección que me ha tenido inmovilizado los últimos dos meses. 2020 - En ruta por el suroeste de Camboya. Mi buen amigo Bunlang, con quien mantengo una relación de hermandad desde hace más de cinco años, se desplazó rápidamente hasta Siem Reap al verme en la fotografía que me había pedido le enviara. "Joseba, te voy a buscar y te quedas en mi hostel hasta que consigamos bajar esa infección, extraer la muela y Tailandia abra la frontera. No puedes estar en esas condiciones y solo", me propuso. Han pasado dos meses de constantes visitas a médicos y dentistas, de saturación de medicamentos con nulos o escasos efectos, pero con la generosidad y atención de Bunlang como principales compañeras. Dos meses de estudio y trabajo en la edición de mis fotografías. También de organización y ampliación de las memorias escritas durante más de cuatro años de viaje. Ha llegado el momento de volver a la ruta, aunque a mi gente le pueda más la preocupación que el llegar a entender que es una cuestión de necesidad y el bueno de Bunlang me haya pedido continuar en su hostel al menos hasta que la infección se haya dado por vencida y se pueda realizar la extracción. Khmaw y yo estamos en ruta. APOYA NUESTRO PROYECTO DE EDUCACIÓN INFANTIL "ALAS PARA EL FUTURO". A través de Human Gallery financiamos y coordinamos el proyecto de educación infantil Alas para el Futuro . Gracias a la venta de las fotografías expuestas en la galería de Battambang , además de la venta de éstas a través de esta web , cubrimos la escolarización a un grupo de niñas y niñas de primaria de la Comunidad de Banan en la provincia de Battambang , Camboya . Hay diferentes opciones para apoyar el proyecto de educación infantil : Compra de fotografías directamente en Human Gallery o a través de esta web, además de las donaciones online y en la propia galería . También puedes enviarnos material escolar para los niños y niñas de primaria. La pobreza, sus consecuencias, son inimaginables. Es imposible asimilar lo que éstas suponen para quienes sufren la carencia absoluta de las cosas más elementales para el desarrollo de sus vidas, más aún si se trata de niños y niñas a quienes, claramente, no les corresponde crecer en esta situación. Si puedes y quieres apoyarnos, te estaremos muy agradecidos. ¡Ánimo con ello!
- Marita - La emoción en estado puro | Fundación Vicente Ferrer | India
Llevaba pedaleados en India algo más de 3.500 kilómetros. Me encontraba en el sur del país y la idea era visitar la Fundación Vicente Ferrer, una organización española que trabaja desde hace más de cincuenta años con los más desfavorecidos en el Estado de Andhra Pradesh. Llegué a la Fundación de noche, sin luces y sin que nadie me esperara allí porque no había avisado de mi visita con anterioridad. No pasaron muchos minutos hasta que Ana , la maravillosa mujer de Vicente , se me presentó dándome la bienvenida a Anantapur , ciudad donde está ubicada la central de la Fundación. Vicente , marido de Ana y fundador de esta gran historia, fue, es y seguirá siendo una de las personas en las que baso muchos de mis valores y principios. El fue y sigue siendo un ejemplo para millones de personas. Un año antes de mi llegada, Vicente había fallecido entre la más absoluta admiración del pueblo Indio y de medio mundo. - Perdona por haber llegado un año tarde-, le dije a Ana . - Nadie sabía lo que iba a suceder. Lo importante es que estás aquí y vas a poder conocer el legado que Vicente nos dejó-, sentenció. Por aquél entonces yo tenía un blog, sencillo pero con mucha aceptación, donde escribía sobre mi día a día en el viaje. Susana , una de mis buenas amigas en España y fiel seguidora, se enteró a través del blog de mi inminente visita a la Fundación y rápidamente me escribió un correo pidiéndome un gran favor... -Joseba, desde hace cinco años tengo apadrinada a una niña de la Fundación Vicente Ferrer . Su nombre es Marita . Cada año me envían una felicitación acompañada de un dibujo hecho por ella. También me envían puntualmente fotografías para ver su evolución, pero me haría mucha ilusión saber qué tal está, cómo es su día a día y si es feliz con su familia y su vida diaria. Por favor, ¿puedes hablar con quien corresponda en la Fundación para ver si puedes visitar a Marita y su familia, y contarme cómo es?-, decía claramente en el correo. Aquella primera noche en Anantapur le expliqué a Ana que tenía una muy buena amiga que me había pedido el favor de intentar visitar y conocer personalmente a Marita . -Has llegado en bicicleta hasta aquí y lo mínimo que puedo hacer por ti es lo posible para que conozcas a la niña y le des tu impresión a Susana -, me respondió Ana . Por la mañana, a primera hora, uno de los guías que trabajan en la Fundación pasó a buscarme para llevarme a conocer a la pequeña y feliz Marita . El guía hablaba perfectamente español y, a la vez que conducía el 4x4, me iba explicando cómo es la vida en aquella zona de India, el segundo Estado más seco del país y uno de los más pobres. - Marita vive con su familia a unos cien kilómetros de la Fundación, pero es uno de los viajes que más me gusta hacer porque la gente de esa zona es increíblemente amable y hospitalaria-, me dijo el conductor con cierto grado de emoción por tener la oportunidad de ayudarme a conocer a Marita y su familia. Jamás olvidaré aquél día. Era la séptima vez que visitaba India, pero nunca antes había sentido la emoción de una experiencia similar en el país. Y puedo decir que tengo muchas vividas y bien conservadas en el corazón… Llegamos a media mañana a la aldea donde vive la pequeña, pero antes de entrar le pedí al guía que parase un momento en la carretera porque necesitaba serenarme un poco. La emoción había formado un nudo en mi garganta que necesitaba deshacer, así que me bajé del coche y descargué la emoción que me tenía bloqueado desde la salida de la Fundación Vicente Ferrer. Marita era la razón de esta profunda historia y no podía permitir que mis lágrimas le arrebataran el protagonismo. Desde el mismo momento que cruzamos frente a la primera casa, pude sentir que todo el pueblo nos estaba esperando. Antes de llegar al hogar de Marita , el guía me indicó con el dedo cuál era. Conté seis casas al lado de la de la pequeña. En el centro de todas ellas había un espacio libre, como si se tratara de un lugar de juego y socialización de las familias que allí viven. Allí es donde el guía paró el coche. Enfrente nos esperaban varias decenas de personas, pero no conseguí localizar a Marita . La emoción era tal que le pedí al amigo que me diera unos segundos antes de bajarme del coche. De repente, vi a una niña hermosísima acercarse a nosotros. Era Marita . En sus manos tenía dos collares hechos a mano con multitud de flores de colores. En el suelo, sobre la arena, cientos de flores me daban la bienvenida. "Welcome Joseba” , se leía con absoluta claridad. Aún no me había bajado del coche porque me temblaban demasiado las piernas. Las lágrimas, en vez de paralizarme, me animaron a abrir la puerta y abrazar a Marita como si se tratara de mi propia hija. La pequeña me abrazó como lo hubiera hecho con mi buena amiga Susana . ¡Qué momento! Después de más de un minuto de sincero abrazo, Marita me cogió de la mano y me llevó hasta la puerta de su casa para presentarme a sus padres y otros familiares que se encontraban igual o más emocionados que yo. Fue un momento único. Me atrevo a confirmar que se trataba de uno de los momentos más emocionantes que había vivido desde que salí de España hacía ya más de seis meses. Una vez había abrazado al resto de la familia, algo inusual en India, comenzaron a acercarse los vecinos del pueblo. Niños y mayores se sumaban al abrazo después de colgarme del cuello más y más coloridos collares. Le pedí al guía que les tradujera unas palabras de agradecimiento, pero también que les dijera que yo simplemente era un amigo de Susana y que era ella quien estaba haciendo posible un cambio en la vida de Marita y su familia. Junto a Marita y sus padres en su hogar La Fundación Vicente Ferrer, entre otras muchísimas cosas, construye casas para miles de familias, y la familia de la pequeña era una de las tantas beneficiarias. Me enseñaron la casa que habían convertido, con mucho amor, en un gran hogar. Se trataba de una familia feliz. Realmente feliz. Marita es hija única, al menos por aquél entonces, pero como dijo ella, todos los niños de la aldea eran sus hermanos. Estuvimos algo más de una hora en la casa, recibiendo las ofrendas de todo el pueblo que, emocionado, se había acercado a conocer al hombre que llegaba en nombre de las miles de personas que desde España ayudan a tanta gente. Estas fueron palabras textuales del guía. Visitamos la escuela donde estudiaba Marita . Allí nuestra visita también fue una fiesta. La escuela al completo nos esperaba impaciente. Nos recibieron con un baile típico de la zona y más flores que tuvimos que cargar en el 4x4 porque ya no podíamos cargarlas alrededor del cuerpo. Marita junto a algunas de sus compañeras de clase De la escuela, siempre de la mano de Marita , visitamos el pueblo y regresamos al hogar de la familia. Allí comimos y pasamos una tarde increíblemente maravillosa. Fotos y más fotos, sonrisas y más sonrisas de agradecimiento. Complicidad a raudales… Por aquél entonces, una parte importantísima del proyecto consistía en recoger los sueños de trescientos niños y niñas a través de sus propios dibujos. Los fui recogiendo, uno a uno, en cada país que visité entre España y Vietnam, donde finalizaba la primera parte de esta vuelta al mundo por los Derechos Humanos, al que, muchos años después, continúo entregado en cuerpo y alma. Obviamente no podía marcharme de allí sin el sueño de Marita , así que desplegué sobre el mismo suelo todos los lápices de colores que cargaba en la bicicleta y una sola cartulina en blanco, al igual que había hecho con más de un centenar de niños y niñas durante los meses previos. Marita se encargó del resto y de allí salí con su sueño en trazos de colores. Marita, su sonrisa y dibujo Marita era entonces una niña feliz, realmente feliz. Una niña amada por todos los que la rodean. Una niña que aprovechó la oportunidad que le dieron para estudiar. Como alguien dijo una vez, son las pequeñas acciones las que cambian el mundo. Y tú, mi querida amiga Susana , eres un claro ejemplo de ello. Desde estas líneas animo a ver la película desde este enlace para descubrir la increíble historia de Vicente y Ana Ferrer . APOYA NUESTRO PROYECTO DE EDUCACIÓN INFANTIL "ALAS PARA EL FUTURO". A través de Human Gallery financiamos y coordinamos el proyecto de educación infantil Alas para el Futuro . Gracias a la venta de las fotografías expuestas en la galería de Battambang , además de la venta de éstas a través de esta web , cubrimos la escolarización a un grupo de niñas y niñas de primaria de la Comunidad de Banan en la provincia de Battambang , Camboya . Hay diferentes opciones para apoyar el proyecto de educación infantil : Compra de fotografías directamente en Human Gallery o a través de esta web, además de las donaciones online y en la propia galería . También puedes enviarnos material escolar para los niños y niñas de primaria. La pobreza, sus consecuencias, son inimaginables. Es imposible asimilar lo que éstas suponen para quienes sufren la carencia absoluta de las cosas más elementales para el desarrollo de sus vidas, más aún si se trata de niños y niñas a quienes, claramente, no les corresponde crecer en esta situación. Si puedes y quieres apoyarnos, te estaremos muy agradecidos. ¡Ánimo con ello!
- Human Gallery - Proyecto de educación infantil en Camboya
Después de la pandemia por el Covid-19, los países han comenzado a abrir nuevamente sus fronteras. y Camboya, sin llegar a contar con muchos casos de contagio, también se ha sumado a esta nueva "normalidad". Gracias a ello hemos podido volver a abrir las puertas de nuestro pequeño rincón en una nueva ubicación, la calle 2 de Battambang . Esto supone que, aún no habiéndolo paralizado, Human Gallery vuelve a financiar el proyecto de educación infantil en Camboya. Trabajamos por la igualdad de oportunidades en la educación primaria. Luego de estos dos años, son muchos, demasiados, los niños y niñas que han dejado de acudir a la escuela debido a la falta de ingresos en las familias durante la pandemia. En nuestro caso 63. La caída total del turismo se ha visto reflejada directamente en la economía de muchas familias de la zona, especialmente en Banan, comunidad cercana a la ciudad de Battambang, que es donde trabajamos con los jóvenes beneficiarios de nuestro proyecto de educación infantil. Por este motivo, porque aunque el mundo se paralice nuestros pequeños deben seguir haciéndose fuertes de cara a un futuro cercano, hemos acelerado la reactivación de nuestro proyecto Alas para el futuro . Necesitamos apoyar a estas familias (72) con la escolarización de sus pequeños de cara al próximo curso escolar de primaria. Nuestra preocupación por la situación de las familias de los niños beneficiarios del proyecto de educación es constante, por eso las visitamos diariamente. Para algunos casos en los que los padres se han visto obligados a vender cuatro de las bicicletas anteriormente entregadas a nuestros niños y niñas para llegar a la escuela, necesitamos reponerlas. El acceso a la educación primaria es un derecho fundamental del que otros muchos dependen, y en Human Gallery, dentro de nuestras posibilidades, hacemos porque esto se cumpla. Excursión con cuatro de los niños. Human Gallery financia el proyecto de educación infantil en Camboya, pero si puedes apoyarnos de alguna forma con la compra del material escolar de cara al próximo curso, sería un gran paso hacia la vuelta a la normalidad en la vida de estos chavales. Puedes contactarnos directamente a través ésta web o realizar una donación en la cuenta bancaria que aquí puedes ver APOYA NUESTRO PROYECTO DE EDUCACIÓN INFANTIL "ALAS PARA EL FUTURO". A través de Human Gallery financiamos y coordinamos el proyecto de educación infantil Alas para el Futuro . Gracias a la venta de las fotografías expuestas en la galería de Battambang , además de la venta de éstas a través de esta web , cubrimos la escolarización a un grupo de niñas y niñas de primaria de la Comunidad de Banan en la provincia de Battambang , Camboya . Hay diferentes opciones para apoyar el proyecto de educación infantil : Compra de fotografías directamente en Human Gallery o a través de esta web, además de las donaciones online y en la propia galería . También puedes enviarnos material escolar para los niños y niñas de primaria. La pobreza, sus consecuencias, son inimaginables. Es imposible asimilar lo que éstas suponen para quienes sufren la carencia absoluta de las cosas más elementales para el desarrollo de sus vidas, más aún si se trata de niños y niñas a quienes, claramente, no les corresponde crecer en esta situación. Si puedes y quieres apoyarnos, te estaremos muy agradecidos. ¡Ánimo con ello!
- Tres noches en la cantera junto a los sin voz | Esclavitud moderna | India
Me encontraba en Maharashtra , estado situado en el área central occidental de La India. Unos días antes había dejado la ciudad de Mumbai, donde había convivido, en la calle y durante dos días, con cuatro menores en situación de exclusión. Había puesto el ojo, como casi siempre, en el sur del país, concretamente en la ciudad de Kanyakumari. Pedaleando por una carretera en muy mal estado, coincidí con una familia que realizaba labores de reparación en el maltrecho asfalto. Varios eran menores de edad. Paré durante unos minutos con la idea de preguntarles si sabían de algún lugar en la zona, tranquilo, donde pudiera acampar esa noche. Me indicaron que había un pequeño camino, a la izquierda de la carretera y a unos dos o tres kilómetros, y que éste me llevaría a una gran cantera, que era de donde procedían los montones de piedras repartidos por un gran tramo de la carretera. Allí pasaría tres difíciles días entre más de un centenar de almas sin vida, sin expresión en sus rostros y sin esperanza alguna. Familia realizando trabajos de reparación en la carretera. Localicé el camino y un poco más adelante la cantera. La familia me había comentado que era un lugar tranquilo, lo que me hizo pensar que se trataba de una cantera sin servicio. Pero nada más lejos de la realidad... Al llegar, coloqué a Maravilla a buen resguardo detrás de un muro natural de roca y comencé a caminar para localizar el mejor rincón que nos permitiera descansar unas horas durante la noche. Y lo localicé entre un mar de piedras, grandes rocas y polvo. Con la tienda ya montada, no sin antes haber preparado bajo ella un colchón natural de pequeñas piedras con las que cubrir las puntiagudas rocas clavadas de forma natural en el suelo, escuché una voz que desde lo alto de una pequeña colina de roca blanca me hacía llegar un hombre que agitaba los brazos de un lado a otro. -“Boommmmmm boommmm, nooooo”-, me decía sin dejar de cruzar los brazos en alto. Al hacérsele imposible descender hasta donde yo me encontraba, decidí acercarme a él hasta donde las grandes rocas me lo permitían. -“Boommmm boommmm”-, insistía el buen hombre a la par que me señalaba el camino por el que había entrado una hora antes. No habrían pasado ni cinco minutos cuando dos hombres, en un considerable estado de nerviosismo, se presentaron por uno de los laterales. -“Tienes que retirar de aquí tu tienda de campaña y la bicicleta, ahora mismo, porque en veinte minutos va a estallar una carga de dinamita que han colocado nuestros compañeros justo aquí al lado”-, me dijeron en un buen inglés con el inconfundible acento indio. Sin tiempo para pensar, y con la ayuda de ambos, desmontamos rápidamente la tienda de campaña. Allí quedaba el colchón de piedras que con tanto esmero había preparado. Salimos al camino por el que había accedido y llegamos al cruce de la carretera principal, donde se encontraban más de una decena de trabajadores que esperaban la detonación. Desde allí presencié y grabé el momento del fuerte estallido. Hasta ese momento no fuí consciente de que aquellos hombres probablemente me habían salvado la vida. La detonación no solo cumplió con su objetivo, también arrancó una carcajada a cada uno de los hombres al verme saltar cuál rana huyendo de su depredador. Una vez pasado el “mal trago”, el encargado de dar la orden de la detonación me invitó a pasar la noche en el barracón de los operarios “más cualificados” de la compañía. Una cena caliente y un catre de cuerda fueron más que suficientes para descansar como hacía mucho tiempo no lo hacía. A la mañana siguiente, luego de escuchar el viaje que estaba realizando y de ver el resultado que hasta entonces éste había dado, me invitaron a acompañarles una segunda noche. Acepté la invitación después de haber visto, durante el atardecer del día anterior, al resto de trabajadores llegar a sus chabolas después de su eterna jornada de trabajo, por no decir de esclavitud. Se trataba de los "no cualificados". “Los otros”. Los "sin vida". Aquellos que acostumbran a llevarse la peor parte del trabajo más duro, ese que pisotea la dignidad humana. Familias enteras con la mirada perdida y envueltas en una gruesa capa de polvo blanco. Esha, Bharati, Aruna y Kavita, esclavas en el siglo XXI, no tienen otro estilo de vida con el que poder comparar. Aquella mañana, con la primera luz y el permiso del máximo responsable de la empresa, me subí a un viejo tractor en compañía de un chaval de no más de doce años. Khushi y su padre tenían como misión pasar el día conmigo para hacerme llegar a cada rincón de aquél cementerio en vida y ver el trabajo que desempeñaban, de sol a sol, “los otros”. Esto me sorprendió sobremanera porque éste tipo de empresas nunca permiten la entrada a sus instalaciones, y menos a un fotógrafo, humanitario, que viaja con un proyecto contra el incumplimiento de los Derechos Humanos. No permiten que alguien descubra las condiciones en las que la gente lleva a cabo sus labores diarias, más aún cuando muchos de ellos son menores de edad. Nuevamente nos encontrábamos certificando la esclavitud moderna a la que son sometidos millones de almas en el mundo. En muchos, muchísimos casos, menores en edad de ocupar su tiempo con juegos, en la escuela o simplemente dibujando sus sueños, algo que Maravilla y yo nos encargaríamos de recoger directamente de manos de algunos de ellos al anochecer, ya a su regreso de "la batalla". Yalitza es un claro ejemplo de la deshumanización que se está apoderando del mundo. Ocupé tres días completos documentando la esclavitud moderna. Durante los cortos descansos que el injusto calor obligaba a realizar a aquella gente, llegaba mi turno de ayuda en la carga de los grandes remolques que arrastraban los tractores. Disha es una niña más, entre millones, a quien se le usurpan cada uno de sus derechos fundamentales. La noche se echaba encima y decidí, antes de meterme al estómago una inmerecida cena caliente, compartir momentos con aquellos que por no haber llegado aún a la “edad idónea” para poder destrozarse manos y espalda cargando rocas, deambulaban por los alrededores de sus chabolas. Ya de noche, y con las explotadas familias en sus “hogares”, continué con la ardua labor de comprobar el día a día de sus miserables vidas. Allí, junto a ellos, quedó una parte importante de mí. Se acercaba la Navidad en India, pero no para los "sin vida". APOYA NUESTRO PROYECTO DE EDUCACIÓN INFANTIL "ALAS PARA EL FUTURO". A través de Human Gallery financiamos y coordinamos el proyecto de educación infantil Alas para el Futuro . Gracias a la venta de las fotografías expuestas en la galería de Battambang , además de la venta de éstas a través de esta web , cubrimos la escolarización a un grupo de niñas y niñas de primaria de la Comunidad de Banan en la provincia de Battambang , Camboya . Hay diferentes opciones para apoyar el proyecto de educación infantil : Compra de fotografías directamente en Human Gallery o a través de esta web, además de las donaciones online y en la propia galería . También puedes enviarnos material escolar para los niños y niñas de primaria. La pobreza, sus consecuencias, son inimaginables. Es imposible asimilar lo que éstas suponen para quienes sufren la carencia absoluta de las cosas más elementales para el desarrollo de sus vidas, más aún si se trata de niños y niñas a quienes, claramente, no les corresponde crecer en esta situación. Si puedes y quieres apoyarnos, te estaremos muy agradecidos. ¡Ánimo con ello!
- La vida es bella | Reflexiones de viaje
Vista desde la tienda de campaña del atardecer en el desierto de Sahara Reflexiones de viaje. Quién puede decir que una piedra no es vida, si yo la he visto vivir en el agua y en el aire, viajar por valles y cañadas y cubrir con sus millones de hijos las arenas de los desiertos. Quién piensa que si ella faltara el universo sería el mismo. Cómo no se querrán los colibrís que cada mañana me visitan en el jardín, tanto que ni fidelidad necesitan para ser fieles. Cuál es la razón que nos lleva a considerarnos más que aquél árbol que cubrió mi infancia, Pantxo le llamamos, éste que nació justamente para que la vida fuese posible, creció con nosotros y de alguna manera, generoso hasta la muerte, siguió viviendo en los pilares y las vigas que hoy sustentan el hogar de mi familia. Y quién sabe si no me cubrirá en el penúltimo sitio donde descanse. Puede que en la libertad que ganaron nuestros abuelos elija que mis cenizas hagan parte de la tierra que habrán de pisar mis nietos. Dónde perdimos el instinto de vernos como iguales a una roca, de venerar a un árbol, de rendirnos al lamento de un niño sin hogar o de un inmigrante enfermo. Qué clase de orgullo nos hace sentir más que una hoja de hierba, una mosca o el canto rodado que ahora se tuesta en su nueva casa, regalada al sol de poniente. Siempre busco una compañera de viaje, un amigo, alguien con quien compartir las cosas que merecen la pena. Si mis imágenes no comunican algo de todo esto, me estallaría la vida en mil pedazos, no me cabrían en parte alguna las risas y las lágrimas que guardo y quizá corriera el riesgo de derramarme al alba en tus brazos. Anda, ayúdame a dar la razón a los locos y locas que saben que la vida es bella. Reflexiones de viaje en la sección de noticias. APOYA NUESTRO PROYECTO DE EDUCACIÓN INFANTIL "ALAS PARA EL FUTURO". A través de Human Gallery financiamos y coordinamos el proyecto de educación infantil Alas para el Futuro . Gracias a la venta de las fotografías expuestas en la galería de Battambang , además de la venta de éstas a través de esta web , cubrimos la escolarización a un grupo de niñas y niñas de primaria de la Comunidad de Banan en la provincia de Battambang , Camboya . Hay diferentes opciones para apoyar el proyecto de educación infantil : Compra de fotografías directamente en Human Gallery o a través de esta web, además de las donaciones online y en la propia galería . También puedes enviarnos material escolar para los niños y niñas de primaria. La pobreza, sus consecuencias, son inimaginables. Es imposible asimilar lo que éstas suponen para quienes sufren la carencia absoluta de las cosas más elementales para el desarrollo de sus vidas, más aún si se trata de niños y niñas a quienes, claramente, no les corresponde crecer en esta situación. Si puedes y quieres apoyarnos, te estaremos muy agradecidos. ¡Ánimo con ello!
- Niños soldado - Los hijos del éxodo | Sierra Leona
El pequeño Kaba de Sierra Leona Los hijos del éxodo y la misericordia, ‘educados’ en un ambiente desesperanzado, acaban reclutados como carne de cañón para guerras sin final ni solución política, que los organismos internacionales se limitan a poner entre paréntesis como problema sin resolver. Son jóvenes hijos de campesinos o refugiados que se ven convertidos en soldados adolescentes, que aún gustan de llamarse ‘freedom fighters’ pero luchan con espíritu y métodos radicalmente distintos a los combatientes de los antiguos frentes de liberación, que soñaban revoluciones y peleaban contra la opresión colonial. Equipados con los restos de otros naufragios históricos y haciendo gala de la disciplina de una banda de piratas, combaten y mueren en guerras casi siempre olvidadas por nuestros medios de comunicación. Se calcula que solo en la pequeña Sierra Leona fueron entre 6.000 y 10.000 los niños soldado que combatieron en la guerra durante la década de los noventa. Sierra Leona es uno de los países más difíciles que he pisado, donde, en gran parte del territorio, la vida vale menos que un litro de agua embotellada. La pobreza, sus consecuencias, son inimaginables. Es imposible asimilar lo que éstas suponen para quienes sufren la carencia absoluta de las cosas más elementales para el desarrollo de sus vidas. Entré en el país desde Guinea y lo hice con un claro propósito: recoger la historia de uno de los muchos ex niños soldado que aún viven su recuerdo en silencio. Algo que, tras muchas jornadas de búsqueda, conseguí llevar a cabo entre un sinfín de lágrimas. Menelik y su hija Nala de Sierra Leona En los primeros días ya había visitado el primer orfanato en el país. Fue en Port Loko. Para alentar revoluciones de amor, no de sangre, hay que formar ciudadanos libres que sean críticos. Poco después me encontraba en Makeni, donde conocí a Victor Mosele , un misionero javeriano nacido en Italia y con casi treinta años de experiencias múltiples en Sierra Leona, entre las que se encuentran dos capturas por los rebeldes del Frente Revolucionario Unido (en inglés RUF) durante la guerra civil. Aún conservo sus memorias con el mismo respeto y cuidado que él me las entregó. Antes de su primera captura en 1996, Víctor estaba al cargo de treinta y tres escuelas que acogían a más de seis mil alumnos, algunos de los cuales estarían poco después entre sus captores. Niños entrenados para luchar en guerras que no son suyas. No muy lejos de Víctor se encontraba mi buen amigo José Luís , un misionero agustino recoleto y navarro de los pies a la cabeza. Junto a él y su gente pasé siete maravillosos días. Gracias a él descubrí un poco más la historia que guarda este país. También gracias a él recuperé varios de los kilos perdidos durante el año y medio de pedaleo que hasta entonces llevaba en África. APOYA NUESTRO PROYECTO DE EDUCACIÓN INFANTIL "ALAS PARA EL FUTURO". A través de Human Gallery financiamos y coordinamos el proyecto de educación infantil Alas para el Futuro . Gracias a la venta de las fotografías expuestas en la galería de Battambang , además de la venta de éstas a través de esta web , cubrimos la escolarización a un grupo de niñas y niñas de primaria de la Comunidad de Banan en la provincia de Battambang , Camboya . Hay diferentes opciones para apoyar el proyecto de educación infantil : Compra de fotografías directamente en Human Gallery o a través de esta web, además de las donaciones online y en la propia galería . También puedes enviarnos material escolar para los niños y niñas de primaria. La pobreza, sus consecuencias, son inimaginables. Es imposible asimilar lo que éstas suponen para quienes sufren la carencia absoluta de las cosas más elementales para el desarrollo de sus vidas, más aún si se trata de niños y niñas a quienes, claramente, no les corresponde crecer en esta situación. Si puedes y quieres apoyarnos, te estaremos muy agradecidos. ¡Ánimo con ello!
- La Bestia en Mexico
La Bestia , también conocido como 'el tren de la muerte' , es el nombre que se le da a un tren de carga que cruza la República de México desde su frontera sur con Guatemala hasta la de Estados Unidos en el norte. Sin embargo miles de migrantes llegados desde Centroamérica, principalmente de El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua, lo abordan cada año en su afán por alcanzar el sueño americano. Más de 2.300 kilómetros de verdadera incertidumbre. Al resultar tan difícil el acceso a la frontera sur de México, los migrantes deciden arriesgar su vida tomando rutas y medios de transporte realmente peligrosos y fraudulentos que pueden dejarlos a merced del tráfico de personas. Los puntos de acceso a la ruta de La Bestia desde la frontera sur de México son Tenosique (pasé casi dos meses allí), en el Estado de Tabasco, y Ciudad Hidalgo en el de Chiapas. Los Estados a alcanzar en el norte, Tamaulipas y Sonora. Se estima que anualmente entre 400.000 y 500.000 migrantes, la mayoría de origen centroamericano, continúan subiéndose a estos trenes arriesgando su vida por alcanzar el llamado "sueño americano". Las principales razones de esta decisión son la precaria situación económica de sus países de origen, las consecuencias de los conflictos civiles, políticos y militares, así como la devastación causada por los desastres naturales, como son los huracanes, tan comunes en la zona, además de las continuas amenazas y extorsión a los que son sometidos por parte de las bandas criminales asentadas en sus territorios de origen. Aproximadamente el treinta por ciento de los que viajan en los trenes son inmigrantes cíclicos; es decir, son hombres y mujeres que insisten en su regreso a Estados Unidos después de sufrir una deportación o tras un intento fallido. La bestia, en Mexico, es una de las opciones más viables a la vista de los migrantes, principalmente porque es "gratuito" y porque les permite evitar cuarenta y ocho centros mexicanos de detención, además de numerosos puestos de control de inmigración. Sin embargo el riesgo es muy alto al enfrentarse, especialmente durante la ruta del norte, al asalto, extorsión, amenazas, corrupción, destrucción de documentos, detención sin asesoría legal y actos de agresión sexual. Las estadísticas, aún siendo muy poco amigo de ellas, dicen que el ochenta por ciento de los inmigrantes serán asaltados y el sesenta por ciento de las mujeres, violadas. Muchos no corren "esa suerte" y son secuestrados o directamente asesinados. Muchos de los peligros se presentan durante el viaje, ya que a menudo los inmigrantes duermen mientras van encima de los trenes y en ocasiones son despedidos hacia las vías, donde muchos mueren al instante por decapitación, conmoción o hemorragia. Otros de los peligros que soportan los inmigrantes son provocados por la discriminación y actitudes xenófobas, ya que muchas veces son vistos como una molestia que atrae la criminalidad, por lo que cabe recalcar que estos son vulnerables debido a su estatus de indocumentados y la falta de familiaridad con los derechos personales. Esto les convierte en blancos fácil para el acoso y abuso a manos de funcionarios corruptos y bandas criminales, como son los "Zetas" en el Estado de Tamaulipas. "El Tren de la Muerte" (la bestia en Mexico) ha sido representado en la literatura, en artículos de prensa y en muchas películas, así como en documentales. Con ellos compartimos casi dos meses en "La 52", localidad de Tenosique, Estado de Tabasco. APOYA NUESTRO PROYECTO DE EDUCACIÓN INFANTIL "ALAS PARA EL FUTURO". A través de Human Gallery financiamos y coordinamos el proyecto de educación infantil Alas para el Futuro . Gracias a la venta de las fotografías expuestas en la galería de Battambang , además de la venta de éstas a través de esta web , cubrimos la escolarización a un grupo de niñas y niñas de primaria de la Comunidad de Banan en la provincia de Battambang , Camboya . Hay diferentes opciones para apoyar el proyecto de educación infantil : Compra de fotografías directamente en Human Gallery o a través de esta web, además de las donaciones online y en la propia galería . También puedes enviarnos material escolar para los niños y niñas de primaria. La pobreza, sus consecuencias, son inimaginables. Es imposible asimilar lo que éstas suponen para quienes sufren la carencia absoluta de las cosas más elementales para el desarrollo de sus vidas, más aún si se trata de niños y niñas a quienes, claramente, no les corresponde crecer en esta situación. Si puedes y quieres apoyarnos, te estaremos muy agradecidos. ¡Ánimo con ello!
- De Freetown a Liberia pasando por la humillación (parte 1) | Interrogatorio por terrorismo | Sierra Leona
Interrogatorio por terrorismo (1) Eran las nueve y media de la mañana y me despedía de Ubaldino y otros amigos en las puertas del centro que dirige en Freetown. Como suele suceder en estos casos, era momento de permitir que inmortalizaran el instante. De entregar y recibir abrazos. Había pasado unos días encerrado en una habitación trabajando y trabajando, y ahora tocaba regresar a la ruta… Momento de despedidas en Freetown, Sierra Leona Habían pasado tan solo unos minutos cuando, ya rumbo a la frontera de Liberia, realizo una parada en el centro de la capital para preguntar a un policía, sin llegar a bajarme de la bicicleta, la calle que debía tomar para salir del asfixiante amasijo de gente en el que me encontraba. Debía seguir la dirección a Masaka. Éste y su compañero me indicaron clara y amablemente por dónde debía seguir, así que continúe con el renovado pedaleo entre la alborotada melodía que componen las motos, coches y gargantas de los viandantes en esa ciudad . No había pedaleado ni trescientos metros cuando me adelanta una moto con dos individuos de paisano. Estos frenan en seco obligándome a hacer lo mismo. Uno de ellos me enseña, medio a escondidas, su carné de policía y me indica que debo acompañarle a la comisaría que hay a nuestras espaldas. Estamos en una pequeña rotonda con una torre en el centro que muestra cuatro grandes relojes. Le pregunto al policía el motivo de la “invitación”, a la vez que le informo de que hace unos días, el mismo que llegué a la ciudad, me hicieron un primer registro e interrogatorio. El espigado oficial me deja claro que tengo que someterme a un nuevo chequeo e interrogatorio para satisfacer a su “boss”. Treinta segundos fueron suficientes para verme rodeado de cerca de ochenta personas, entre las que se encontraban varios policías más que habían llegado desde la comisaría a la que nos debíamos dirigir. Uno de ellos, el único que pude ver fuertemente armado, se descolgó del hombro su arma con intención de amedrentarme. Otros me empujaban, entre los civiles gritos de -exigirle que os enseñe los documentos-, dirección a la comisaría donde me esperaba toda una comitiva en la puerta. A ninguno de ellos le había hecho falta pagar entrada para disfrutar de los minutos de literal e injustificado acoso al que fui sometido en plena calle. En la parte baja de las escaleras que daban paso a la recepción de la comisaría, se presentan varios oficiales. Uno de ellos me invita, ya en el mostrador, a conocer al “estrellado”. -Es el boss-, le escucho decir a uno de los policías que me habían arrastrado hasta la comisaría. Con cara de pocos amigos y sin haberme solicitado nadie aún el pasaporte, me “invita” a subir las escaleras hasta su despacho; un espacio oscuro donde satisfacer sus deseos. Estaba claro que quería hacerlo fuera del alcance de la vista de los civiles que en la planta baja se encontraban. Típica forma de trabajar de los corruptos, siempre violentos y arrogantes policías en cualquier parte del mundo. Delante el “boss” y varios oficiales. Detrás mío seis policías empujándome escaleras arriba al ritmo de un constante -don’t touch me!-. Ya en el despacho, después de pedirle una explicación sobre este nuevo interrogatorio por terrorismo, recibo, con ambas manos, un fuerte golpe en el pecho que me desplaza varios centímetros hacia atrás. -Es el boss y puede hacerlo-, me responde uno de los policías a mi pregunta –¿por qué?-. Somos más de quince personas dentro del habitáculo y entro en un claro estado de ansiedad que me acompañará durante varios días. Tras solicitar una nueva explicación, ya sin el pasaporte, recibo varios golpes y soy literalmente arrastrado a la planta baja de la comisaría, al recibidor, que es donde se encuentra Libertad. Veo como mi compañera está siendo, sin permiso, “toquiteada” por varios policías. Allí, arrodillado en el suelo y ante la atenta mirada y burlas de algunos de los más de veinte policías que me acompañan, me someto a un minucioso registro de todo el equipaje. Estoy sudado y sin defensa humana y legal alguna, lo que hace que aumente mi estado de ansiedad. Estoy seriamente agobiado. Llega el momento del ordenador y sus dos memorias externas. -Hay que examinar ese ordenador porque ahí tiene documentos-, escucho cómo le dice un oficial a otro, ambos encargados del registro. Les explico nuevamente el motivo de mi visita a su país y les aclaro que ahí no tengo mas que fotografías, vídeos y apuntes sobre el diario, además de los datos personales y localización de las personas con las que convivo durante el viaje, pero no les sirve y me exigen abrir el ordenador. -No tengo ningún problema en mostrar lo que hay dentro, pero no lo voy a hacer si no hay presente, por mi seguridad, una persona legal del consulado español. Conozco bien mis derechos y sé que éste es sencillo de respetar-, zanjo con los oficiales. Han revisado todo mi equipaje, incluidos los botes de protección solar que me regaló me amiga Belén en Marbella, y continúo “en mis trece” de no abrir mi ordenador hasta que llegue alguien del consulado a la comisaría (el cónsul español es libanés, ¡manda narices!). Una hora más tarde, Libertad y yo nos dirigimos, cual Papa en su “papamovil”, montados en la parte trasera de una “pick up” y escoltados por dos soldados armados, hacia la comisaría central de Freetown. Me dicen que allí se va a efectuar el registro a mi ordenador por el C.I.D.: departamento especializado en este tipo de trabajos. Llegamos a la comisaría central donde, siete días atrás, había sido sometido a un primer registro e interrogatorio por parte de los de criminología. -Ya te dije que tu bicicleta te iba a traer problemas-, me dice uno de los oficiales sin haberme llegado a bajar aún del “papamóvil”. Parte de los oficiales que allí se encuentran me saludan como si nos conociéramos de toda la vida. Y no es para menos después de aquellas interminables cuatro horas de “racista interrogatorio”. RACISTA con mayúsculas. En la planta alta de la comisaría central, el boss de ésta me recibe en su ya conocido despacho . Su nombre es Samuel Kargbo (D/ Supt. de C.I.D.). Tranquilo, demasiado, escucha mis palabras: –Este es el segundo interrogatorio y registro al que he sido sometido en siete días y creo que ya es demasiado. Soy la misma persona, con los mismos motivos de visita a tu país y mi bicicleta carga exactamente lo mismo que hace una semana. No voy a abrir mi ordenador si no está presenta una persona de mi consulado que haga de traductor y supervise el control. Es por mi seguridad e integridad física, después de lo que he vivido en la otra comisaría-, zanjo. –¿Conoces a alguien en la ciudad que hable español?-, me pregunta uno de los oficiales ya fuera del climatizado despacho del boss. -Sí, pero no es una persona legal y su presencia no tiene sentido. Quiero que el consulado español tenga constancia de esto, e insisto, tengo bien estudiados mis derechos-, le respondo. -En Sierra Leona no existen los Derechos-, me regala Abdul Koroma, uno de los oficiales. Minutos después, Ubaldino hace de traductor en uno de los despachos. En ese momento me hacen saber que el motivo de la detención no es otro que una posible pertenencia al grupo terrorista AL SABAB, uno de los brazos de AL QAEDA que desde hace un tiempo opera en Sierra Leona agrupando hombres para después combatir con los “rebeldes” en Somalia (está de moda utilizar con demasiada libertad y poca justificación la palabra rebelde). Ubaldino me comenta que se va a personar en el consulado español para informarles sobre mi detención. Mi buen amigo José Luis Garayoa, misionero español con el que conviví durante siete días en su misión, me llama por teléfono al conocer mi nueva situación en Freetown. Todo esto sucedía a última hora de la mañana. Habían pasado horas desde que el oficial motorizado me “invitara” a satisfacer a su “boss” en la primera comisaría y las cosas se encontraban igual en la comisaría central. Nada había cambiado, nadie decía nada, tan solo las constantes burlas de algunos oficiales amagando cortes con tijera en mi pasaporte. A las doce y media del mediodía, sin ninguna explicación, un oficial me dice que me puedo marchar pero que debo regresar mañana a las diez de la mañana para recoger el escrito oficial que solicité al segundo al mando; un escrito que deje constancia de un claro permiso para pedalear por el país y explique el motivo de mi visita a Sierra Leona, ya que estoy convencido de que, antes o después, similares problemas volverán a formar parte de las noticias de octubre en esta web. Mi intuición no iba muy desencaminada. Esto era tan sólo el entrante de una agónica comilona de despropósitos policiales, gubernamentales en Sierra Leona. Aún me quedaban seiscientos kilómetros de pedaleo hasta la frontera de Liberia… En ruta por el Parque Natural de Gola en Sierra Leona Nueva visita a una escuela del norte de Sierra Leona. Como siempre, todos quieren salir en la foto APOYA NUESTRO PROYECTO DE EDUCACIÓN INFANTIL "ALAS PARA EL FUTURO". 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- De Freetown a Liberia pasando por la humillación (parte 2) | Interrogatorio por terrorismo | Sierra Leona
Interrogatorio por terrorismo (2) Y conseguí entrar en Liberia, sí, pero para ello tuve que sufrir la humillación de otros. Tenía pensado salir del centro de Ubaldino a primera hora de la mañana, pero decidí retrasar la salida y dar prioridad a escribir, en las noticias del blog, lo que había sucedido en mi primer intento de abandonar Freetown ya con el visado de Liberia en mi pasaporte. Había dado mi palabra al “boss” y a varios oficiales que haría saber al mundo los métodos que utiliza la policía en esta ciudad, y no podía fallar. En medio del breve escrito me avisan que una persona del consulado español me esperaba en la sala, al final del largo pasillo. Mr. Arnold, como él mismo se presenta, me esperaba sentado en uno de los sofás. En otro estaba Tomas, un misionero indio del centro. Arnold, un sierraleonés de la ciudad de Bo, se presentaba como representante del consulado español en un perfecto inglés. No hablaba ni “papa” de español, lo que me sorprendió bastante. -Hoy no me hacéis falta-, le intenté dejar claro. -Fue ayer, cuando iniciaron este absurdo interrogatorio por terrorismo, cuando os necesité, no hoy-, zanjé con ciertas dosis de rabia en el cuerpo. -Cuando entraste en Sierra Leona tenías que habernos llamado para informarnos que estabas en el país-, fue su respuesta. Minutos después me entregó un papel de no más de ocho centímetros, cortado y escrito a mano, donde me había apuntado dos teléfonos a los que debía llamar en caso de un nuevo problema en el país… Era algo más de media mañana cuando quise despedirme, por segunda vez en dos días, de aquellos que me habían tendido la mano durante toda la semana, pero la gente allí madruga bastante y en ese momento estaban descansando, así que, haciendo el mínimo ruido, abandoné el centro y puse rumbo a la comisaría central para recoger el escrito que había pedido la víspera a Samuel Kargbo (D/ Supt. de C.I.D.); el “boss”. Llegué a las dependencias, pero me había retrasado en la hora pactada. Los despachos de los oficiales estaban cerrados, pero no el de Samuel Kargbo. Toqué en la puerta y su vaga voz me dio permiso para entrar. -Buenos días-, le dediqué con respeto pero sin ninguna gana. -Vengo a recoger el escrito que os solicité ayer-, le dije dando paso a su respuesta. -No lo han preparado y no lo puedo firmar. La gente ha salido a comer y yo no lo voy a escribir-, me dejó claro. -¿Y no puedes escribirlo a mano? Es muy importante que lleve ese escrito encima. Es lo mínimo que podéis hacer después de lo que sucedió ayer-, le respondí a sabiendas de cómo se las gastan algunos caraduras en esa comisaría. Y segundos después salía de su despacho cerrando la puerta, pero no sin antes ver cómo volvía a tumbarse en el sofá después de entregarme un papel en el que había escrito su nombre, cargo y número de teléfono que, por desgracia, usaría en varias ocasiones en la ruta hacia Liberia. Me había quedado claro que la policía en Sierra Leona está en alerta máxima y que cualquier “intruso” con un tono de piel más claro que el de ellos puede inventarse terrorista en décimas de segundo, así que decidí empujar a mi compañera por las calles menos transitadas, aquellas donde los sabuesos policías no buscaran víctimas de coste cero o simplemente no se atrevieran a entrar. La idea fue buena en lo que a un nuevo “secuestro” se refiere, pero la turné me retrasó considerablemente la salida de la capital. Complicado para un blanquito moverse con semejante bicicleta por las estrechas callejuelas de una ciudad plagada de negros. Siempre eres visto. Y por fin lo conseguí. Casi tres horas y media más tarde salía de aquella maldita ciudad sin más interrogatorios que escribir, pero sí con unas cuantas breves entrevistas callejeras sin responder. Libertad seguía cargando con todo el material necesario para sacar adelante este proyecto, ni un gramo más en ese sentido, pero yo le endosé una buena “kilada” extra. Me había echado encima, sin pretenderlo, un amasijo de rabia, incertidumbre y desconfianza que sabía me acompañaría unos cuantos kilómetros en ruta. Tenía que encontrar la fórmula para sustituir esos innecesarios kilos por animados gramos de esperanza. Complicada tarea cuando tu medio de transporte es una bicicleta y tienes casi seiscientos kilómetros por delante hasta el soñado siguiente respiro. Sabía que mi compañera había enfermado seriamente en los duros días de “pedaleo” por los caminos del noreste del país. Aquellas empedradas pendientes, los ríos, charcos y pastizales que cubrían mis rodillas, habían deteriorado algunas piezas. Los ruidos en la parte trasera de Libertad me lo dejaban claro y pocos kilómetros antes de entrar en Waterloo, mi infatigable amiga se venía abajo en el peor momento. Aún estábamos dentro del área de Freetown. Parado a un lado de la carretera y con la desesperación como bandera, comenzaba a pensar que la vida me quería dejar claro algo desde hacía días. -¿Qué estoy haciendo mal?-, le grité cabeza en alto. A mi derecha, como casi siempre en este país, un grupo de jóvenes culos bien plantados en la tierra cual girasol en su huerta, se frotaban los oídos después del escuchar mi reproche al cielo. Tuve la sensación de que los siete eran conscientes de que no serían bien recibidos, al menos los primeros segundos, si se acercaban. Fue la primera vez que agradecí, por su bien, la impasibilidad de alguien en ese país. -¿Tienes algún problema?-. Un policía con traje de camuflaje me preguntaba aún desde el asiento de su moto. -Big problem, friend-, le respondí a la vez que intentaba aguantar la salida del corazón por la boca. -No más policía por favor-, suplicaba por lo bajines a no sé quién o qué. -Mi bicicleta se ha roto y no puedo pedalear-, le dije rápidamente para no ceder demasiado tiempo a sus policiales neuronas. -Voy al pueblo y regreso con un mecánico-, me respondió. Y se fue como alma que lleva el diablo. Mi abatimiento mental da una tregua, sí, pero por poco tiempo... No habían pasado cinco minutos cuando veo acercarse, desde el otro lado de la carretera, a otro policía. Este llegaba caminando y con un arma colgada de su hombro. -Tienes que acompañarme a la comisaría para hacerte un interrogatorio-, me dijo sin más, sin llegar a pedirme el pasaporte. -Me han interrogado ya tres veces en Freetown y me han revisado de arriba a abajo también. Todo está en regla. Por favor, mi bicicleta se ha roto y tengo un gran problema-, le respondí con cierto nerviosismo por lo que suponía se me venía encima. Y le ofrecí el papel con el teléfono que Samuel Kargbo me había entregado hacía unas horas. Pero de nada sirvió. El policía y yo estábamos inmersos en un subido de tono tira y afloja. Él visiblemente cabreado porque no me ponía en movimiento y yo asqueado por sus reiteradas estupideces, pero en ese momento, en pleno rifi rafe, llegaba Francis en compañía del mecánico. El cuadriculado policía armado le saluda al instante. -Este hombre tiene un grave problema y le vamos a ayudar. Es alguien que viene a ayudar y sé que tiene todo en regla-, le deja claro el sargento mientras le ordena que regrese a la comisaría. -Te espero en el primer cruce de carreteras que hay nada más pasar el puente-, me dice Francis. Llevaba más de media hora esperando y el solidario policía no aparecía por el cruce. A mi alrededor un montón de jóvenes sentados en sus moto-taxis querían saber el por qué de mi larga parada. Los viandantes, como siempre, me clavaban sus miradas en la frente y en la nuca. La angustia apenas me permitía levantar la mirada del suelo y la experiencia me obligaba a guardar silencio. Me encontraba en un punto estratégico y cabía la posibilidad de que alguien me arrastrara a la comisaría. Y así fue. Francis no apareció pero sí lo hizo el otro policía, el que había fracasado en su primer intento una hora antes. Nuevamente me veía en una comisaría. -Por favor, llama a este hombre y él te informará de todo. Para eso me dio este papel con su teléfono-, le dije al sargento que tenía mi pasaporte en la mano y me había preguntado si mi nacionalidad era coreana. Minutos después me dejaba “libre”. Había hablado no sé qué con Samuel Kargbo. Segundos más tarde, aún fuera de las dependencias policiales, Francis me toca la espalda y me tiende la mano. -Te estaba esperando en el cruce-, me dice mientras me abrazo a él ante la atenta mirada de algunos de sus compañeros. -Gracias por aparecer, amigo mío. Estoy roto-, le repetía mientras caminábamos hacia el “taller” de su amigo el mecánico. Joseph nos esperaba con el martillo en la mano, listo para operar a mi compañera. Una de las arandelas de los rodamientos traseros se había desgastado completamente y tuvo que ingeniárselas para fabricar otra. Y vaya que sí lo hizo, aunque esta durara lo que una gominola a la puerta de cualquier escuela del país. Pude volver a montarme en mi bicicleta y pedalear como un loco y eso era más que suficiente por el momento… Francis y Joseph después de solucionar los problemas de Libertad Los días pasaban porque tenían que pasar. Yo hablaba lo justo, solo al atardecer y porque tenía que solicitar permiso para acampar dentro de las escuelas y librarme así de las insistentes trombas de agua nocturnas. Mi sonrisa se había transformado en gestos de desconfianza y la ilusión en rabia. Solo tenía una idea clara en la cabeza: salir del país a cualquier precio. Pero aún seguía quedando un largo trecho hasta la frontera de Liberia. Waterloo, Masiaka, Yonibana, Bo, Blama y Kenema. Siete días con mi cámara de fotos prácticamente apagada y con pocas intenciones de escuchar a nadie más en ese país. Si en unos sitios animaban, en otros seguían fastidiando. Y a duras penas llegamos a Joru. Habíamos entrado, por segunda vez en el país, en una intratable pista enfangada donde unos pocos kamikazes vehículos pesados, en su afán por alcanzar la “primermundista” carretera del país vecino, quedaban atrapados durante horas. En algún caso hasta día y medio. Uno de los kamikazes en las intransitables pistas de Sierra Leona Luchando contra el barro y las pendientes en Sierra Leona La tranquilidad como compañera durante los últimos días en el norte de Sierra Leona Se estaba cociendo, a fuego lento, el motivo real de este escrito. Podía olerlo. Y llegamos a no sé dónde. Allí me esperaban media docena de asquerosos. Unos disfrazados con trajes que suponen justicia, otros con ropas civiles. Todas ellas, a buen seguro, lavadas por sus mujeres o hijas. Estos se las ingeniaron para hacerme revivir lo sucedido en mi infancia y adolescencia junto a José Luis Castresana; mi malnacido padrino. -¿Where you come from?-, me pregunta en la barrera un disfrazado sin chapa identificativa en el pecho. -Today from Joru, but I come from Spain-, le respondo aún con mi compañera entre las piernas. -¿Qué llevas ahí dentro?-, me pregunta después de invitarme a acompañarle. Fuera de la especie de comisaría que hay a la izquierda veo a dos policías de mediana edad jugando a las damas en un gran tablero que sujetan con las piernas. Otro, este muy joven y de paisano, sale al escucharnos. Él es quien comienza el vacile que no cesará hasta verme desaparecer, en la noche, caminando por la pista de barro con el dedo corazón en alto. En Sierra Leona es muy común ver a muchísimos hombres y casi todos los adolescentes con cola entre las piernas, rascándose aburridos la panza, por no decir los huevos. Y estos eran de esos. A su territorio, ahí donde pueden hacer y deshacer quedando siempre impunes, les acababa de llegar carne fresca aún poco tostada por el sol y con los artilugios necesarios para pasar un buen rato. El resto, la escusa perfecta para inmovilizarme el tiempo que les diese la gana, la había colgado en los corchos de todas las comisarías del país, hacía ya tiempo, su temeroso presidente, este que necesita de una escolta de veintisiete coches para moverse por carretera en su propio país. -Te vamos a hacer un interrogatorio además de un chequeo en tu bicicleta-, me aclara como si no lo hubiera visto venir ya. No es la primera vez que en este país, en pleno chequeo, les aviso a los policías que por mi seguridad y las horas que me retrasan, pasaré la noche en su compañía. A estos no les hizo demasiada gracia y como castigo me obligan a meter todo el material en la comisaría. Pretenden que quede fuera de la vista de cualquier vehículo o persona que por allí pudiera pasar mientras dura el interrogatorio. Me niego a que se lleve a cabo en el interior después de lo sucedido en Freetown y el más joven, al que unas horas después le haría saber lo que le sucedería en caso de volver a ponerme la mano encima, hace volar literalmente las dos primeras alforjas a los pies de la pareja que juega a las damas en el “porche”. Aunque este toque me deja claro lo que va a venirme encima, no imaginaba que pudiera llegar a tal magnitud. -¿Cuál es tu misión aquí? ¿Por qué estás en Sierra Leona?, me pregunta, ya con la partida de damas finalizada, el que lleva tres líneas blancas bordadas en forma de “V” en sus hombros, junto a las siglas S.L.P. -Soy fotógrafo y viajo por el mundo con un proyecto personal que lucha por los Derechos de otros, especialmente los de los niños-, le respondo como siempre he hecho desde que salí de Vitoria-Gasteiz. El resto de preguntas son las de siempre: -¿Cómo ayudas a los niños? ¿Puedes demostrarlo de alguna manera? ¿A dónde te diriges? ¿Cuánto tiempo llevas en Sierra Leona y cuánto más te vas a quedar? ¿Estás casado? ¿Tienes hijos? ¿Cuál es tu religión?- Unas con sentido y otras que no vienen a cuento. Debo reconocer que las últimas, en estos casos, nunca las he respondido. Uno de los tres liberianos que se habían quedado atrapados con el camión varios kilómetros atrás y que me habían comentado que en su país el tema Al Sabab no se escucha, entra en la comisaría solicitando ayuda para sacar el vehículo del barrizal donde se había metido. Antes me saluda y estrecha la mano. Al policía que le responde le entiendo que se tiene que buscar la vida pagando a alguien para que palee el barro que atrapa las ruedas si no lo quieren hacer ellos mismos. -Esto es eficacia y lo demás es tontería-, digo en español para que solo lo entienda Libertad. Y llega el momento en que éste, el de los signos en forma de “V”, ordena a los demás que metan mis alforjas en el cuarto que hay al fondo. A mi me pide que les acompañe empujando a mi compañera. Les aviso que no pueden tocar nada sin mi permiso y que de hacerlo grabaría en vídeo, por si acaso, el movimiento de sus manos. Me empujan hasta la puerta de la habitación. Dentro hay una moto, una mesa, una silla y una vieja bicicleta hecha añicos. Allí sucedió todo. Habían pasado tres horas desde la parada en la barrera. Se había echado la noche y la cosa no pintaba bien. No había prisa para ellos ya que debían permanecer en la comisaría hasta la mañana. Me habían revisado hasta la jabonera que llevaba uno de los jabones que José Luis me había regalado semanas antes. No se les escapó nada. No encontraron nada y eso no les gustó, suponía. De los seis policías, cinco estaban dentro del cuarto sin luz. Una linterna china colocada de pie sobre la mesa alumbraba el techo, convirtiendo el interrogatorio en algo realmente siniestro, como si de una escena de Alex de la Iglesia se tratara. -!Desnúdate¡-, me pareció entender al más gracioso, que casualmente era el oficial al cargo. -Que te quites la ropa-, le entendí perfectamente. -Me habéis tocado todo el cuerpo y por lo que veo os ha gustado, cabrones-, les dije en alto, en español porque no sabía decírselo al completo en inglés, y desde lo más profundo de mi estómago. Nunca he tenido reparo a la hora de desnudarme delante de otra persona, pero estos eran casi hombres y sus intenciones no eran las mejores, entendía. Así que me quité la ropa ante la atenta mirada de los seis cabrones que se habían apoltronado en sus sillas sin haber llegado a pasar antes por taquilla. Mientras me despojaba de la ropa ideaba regalarles una escena plagada de sarcasmo, pero me contuve. Ya sin ropa me pidieron que diera una vuelta sobre mí mismo y me agachara. -jajaja, you’re crazy!-, le dije al único que mostraba su rango. -Como os he dicho antes, no soy periodista y tampoco trabajo para ningún periódico, simplemente soy un fotógrafo, pero os aseguro que si es necesario puedo ser peor que cualquiera de ellos. Yo no estoy sujeto a nada ni a nadie-, les repetí. El m'as chulo, el aún no hecho, el que siempre está y siempre se cree que porque tenga un carné de policía es más que aquél que recoge el arroz que él mismo come después, se levantó de la silla, se colocó a mi lado, se agachó rápidamente y apagó su cigarro en el empeine de mi pie derecho con la intención de verme doblegado. Y lo consiguió, claro que sí. Filtré el dolor durante unos segundos, los suficientes para ponerme de nuevo de pie y decirle al oído: -como me vuelvas a tocar te mato-. Se lo dije en un perfecto español, pero lo entendió como si se lo hubieran traducido instantáneamente al krio. Éste se volvió a sentar por orden de otro. Yo le miré al sargento a los ojos, me di la vuelta, cogí mi ropa de la mesa que estaba a mis espaldas y desnudo salí de la habitación sin llegar a escuchar la respiración de ninguno de los seis. Uno, el último en entrar a la habitación, salió conmigo e intentó pedirme disculpas. Ni le miré. No respondí. Me vestí y pinché la pronta ampolla que se había formado en mi empeine. Volví a entrar en la habitación, saqué a Libertad, las alforjas, las coloqué y salí de la comisaría cojeando, sin decir una palabra, pero con mi pasaporte en la mano y el dedo corazón en alto. Les intuía detrás mío… Era de noche. Más de noche que en cualquier otra parte del mundo, pero quería salir de allí dejando atrás un reguero de desprecio. Solo quería montar mi tienda no sabía dónde. Recuerdo que aquella noche por suerte no llovió. Tampoco dormí. La pasé pensando en la forma de volver a convencerme que aquella gente merecía que continuara intentando hacer algo por ellos. Días después, apagado, entré en Liberia sin haber encontrado aún la fórmula que me diera como resultado un día más de lucha en aquél continente. El agua, una constante en el norte de Sierra Leona Entrada al Parque Natural de Gola en Sierra Leona Una de las tantas visitas a las escuelas en la vuelta al mundo APOYA NUESTRO PROYECTO DE EDUCACIÓN INFANTIL "ALAS PARA EL FUTURO". A través de Human Gallery financiamos y coordinamos el proyecto de educación infantil Alas para el Futuro . Gracias a la venta de las fotografías expuestas en la galería de Battambang , además de la venta de éstas a través de esta web , cubrimos la escolarización a un grupo de niñas y niñas de primaria de la Comunidad de Banan en la provincia de Battambang , Camboya . Hay diferentes opciones para apoyar el proyecto de educación infantil : Compra de fotografías directamente en Human Gallery o a través de esta web, además de las donaciones online y en la propia galería . También puedes enviarnos material escolar para los niños y niñas de primaria. La pobreza, sus consecuencias, son inimaginables. Es imposible asimilar lo que éstas suponen para quienes sufren la carencia absoluta de las cosas más elementales para el desarrollo de sus vidas, más aún si se trata de niños y niñas a quienes, claramente, no les corresponde crecer en esta situación. Si puedes y quieres apoyarnos, te estaremos muy agradecidos. ¡Ánimo con ello!
- Arena roja y uniforme de gala | Escuelas en Sierra Leona
Uno de mis momentos preferidos en la vuelta al mundo, las visitas a las escuelas Escuelas en Sierra Leona. Llegué a la escuela en domingo, a última hora de la tarde… Como suele suceder cuando llego a las escuelas una vez finalizadas las clases, me encontré con varios niños jugando a fútbol en un improvisado campo de arena. Les pregunté por el director con idea de pedirle permiso para pasar la noche en una de las destartaladas y polvorientas aulas. Hacía más de dos meses y medio que las fuertes lluvias nos acompañaban y se hacía imposible acampar sin un techo de fina chapa donde resguardarnos. Algunos de los niños salieron corriendo sin apenas haberme dado tiempo a terminar la frase. Minutos después, cómo no, mi buen amigo Abubakar llegaba con una gran sonrisa y un crecido escuadrón de chicos y chicas detrás suyo. Por supuesto, me dio permiso para aquella noche y las que me hicieran falta, pero además me lo confirmó mientras me invitaba a tomar, como buen anfitrión musulmán, el té. Charlamos un buen rato, principalmente sobre la situación de las familias de la zona. Delante, un sinfín de niñas y niños que llegaban de todos los rincones del pueblo. La noticia de que un hombre blanco con una gran bicicleta estaba en la escuela, había corrido por el pueblo como la pólvora. Todos escuchaban sentados a nuestro alrededor, sentados en la roja arena sin interrumpir la conversación. La mayoría sin quitar ojo a mi compañera y su abultado equipaje. Fue entonces cuando Abubakar me pidió que al día siguiente, antes de continuar ruta, explicara a los chavales desde dónde venía pedaleando y el motivo de mi viaje. -Si a mí me impresiona, a ellos mucho más-, me dejó claro. -Amigo mío, pero mañana es lunes y es festivo para vosotros-, le dije a la vez que aplaudía la iniciativa. -No es problema. Mañana vendrán todos los niños encantados para escucharte-, me respondió. Y así fue. Habíamos quedado a las ocho de la mañana, pero una hora antes tenía cerca de una veintena de silenciosos niños pegados a una de las ventanas mirando, a través de los pequeños huecos, cómo recogía mi tienda de campaña. Fuera, pegado a la descuadrada puerta, un cubo grande con agua me daba los buenos días. Me habían preparado la ducha. Fue una visita más entre muchas, pero en aquella la sorpresa fue que todos los chichos y chicas habían acudido a la escuela siendo festivo y con el uniforme de gala. Para ellos, mi visita era un honor y, además, todos querían salir guapos en la foto. Venía de Freetown, donde se había iniciado la extensa lista de humillantes interrogatorios policiales a los que fui sometido por todo el sur de Sierra Leona, y mi motivación se había mermado considerablemente. La parada en esa escuela, sus niños y profesorado, consiguieron elevar esa motivación mermada desde mi salida de la capital. Pocos días después, con nuevos interrogatorios en las espaldas, cruzaba la frontera con Liberia. Visitando escuelas en Sierra Leona en 2014. APOYA NUESTRO PROYECTO DE EDUCACIÓN INFANTIL "ALAS PARA EL FUTURO". A través de Human Gallery financiamos y coordinamos el proyecto de educación infantil Alas para el Futuro . Gracias a la venta de las fotografías expuestas en la galería de Battambang , además de la venta de éstas a través de esta web , cubrimos la escolarización a un grupo de niñas y niñas de primaria de la Comunidad de Banan en la provincia de Battambang , Camboya . Hay diferentes opciones para apoyar el proyecto de educación infantil : Compra de fotografías directamente en Human Gallery o a través de esta web, además de las donaciones online y en la propia galería . También puedes enviarnos material escolar para los niños y niñas de primaria. La pobreza, sus consecuencias, son inimaginables. Es imposible asimilar lo que éstas suponen para quienes sufren la carencia absoluta de las cosas más elementales para el desarrollo de sus vidas, más aún si se trata de niños y niñas a quienes, claramente, no les corresponde crecer en esta situación. Si puedes y quieres apoyarnos, te estaremos muy agradecidos. ¡Ánimo con ello!












